Familia Semilla

Aprender a desarrollar una comunión agradable delante de nuestro Dios.

Correr legítimamente a fin de alcanzar la meta anhelada. (2Tim.2:5) (1Co.9:24)

Entender que como parte de la familia de la Dios, tenemos la responsabilidad de seguir adelante con el testimonio de la fe, de la misma manera que desde los días de Abel lo ha hecho nuestro pueblo; puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.

Observar las características y el efecto de la fe, como el regalo otorgado por Dios a todos los que han sido llamados para alcanzar la promesa de vida eterna. 1. Jn. 2:25

Observar como la fe dada por Dios a hombres ordinarios, produce obras de fe extraordinarias.

Aprender que para que se cumpliese la promesa hecha a Abraham en (Gn. 12:1-3) era necesario dotar a sus testigos de fe, a fin de mostrar la fidelidad del que prometió

Ser fortalecidos en tiempos difíciles y en todo tiempo, recordando la fe que ha sostenido a nuestro pueblo durante toda su peregrinación

Observar el poder de la Palabra de Dios, evidenciando a su iglesia en lo particular y en lo general.

Ser inspirados a contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

Concientizarnos de la gran provisión de la fe que Dios nos ha regalado, para manifestar a través de nosotros su obra y testificar al mundo de su amor.

Ser advertidos acerca de los adversarios que retroceden y fortalecidos en la esperanza de los justos que permanecen.

Acercarnos con corazón sincero en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

Acceder a la libertad y Misericordia que solo viene de Dios por medio de Jesucristo cuando clamamos y con paciencia esperamos su intercesión por nuestras maldades.

Aprender a identificar con certeza y confianza el santuario donde Cristo ministró salvación y ministra intercesión por muchos.

Rendirnos al ministerio del nuevo pacto celestial con mejores promesas, establecido por Dios en Jesucristo Su Hijo; Rey y Sumo sacerdote para siempre.

Apreciar todos los atributos de nuestro gran Dios y Salvador, para llegar alegremente ante Su presencia con alabanza y vivir humildemente adorando a Cristo, la Roca de nuestra salvación.

Comprender las ventajas del sacerdocio perpetuo de Cristo.

Aprender que Dios el Padre ha establecido a Jesús como Rey absoluto y Sacerdote perpetuo, y las implicaciones que esto tiene para nosotros.

Esperar en todo tiempo, con paciencia asidos de la esperanza puesta delante de nosotros.

Aprender el secreto para ejercitar nuestros sentidos, entendiendo la necesidad que tenemos de madurar y discernir entre el bien y el mal