Iglesia Presbiteriana Cristo Redentor

El dominio propio es dominarse uno mismo: el apetito, el uso del tiempo, los gastos, la lengua, los pensamientos, la sexualidad, el enojo, etc. Más fácil decirlo que hacerlo. En general, el dominio propio es simplemente imposible. Sin embargo, para los que tienen al Espíritu Santo, el dominio propio abre toda una nueva y libre manera de vivir.

La humildad es un aspecto del fruto del Espíritu especialmente difícil de lograr e identificar correctamente en uno mismo. Si alguien se declara humilde, ¡su misma declaración nos está dando razón para dudarlo! Para entender este aspecto del fruto del Espíritu, vamos a considerar la declaración que Jesús hizo acerca de si mismo.

Dios tiene una misión para cada uno. ¿sabes qué misión tiene Dios para tí? y ¿ya la estás llevando a cabo?

En la vida, parece difícil encontrar personas dignas de confianza, lo cual representa una oportunidad para los cristianos de dar evidencia de la gracia de Dios, mostrarndo el fruto de la fidelidad en un mundo frecuentemente infiel.

La carta de Pablo a Tito nos enseña la raíz de toda bondad y cómo podemos alcanzarla para vivir vidas que glorifiquen a Cristo.

La resurrección de Jesús de entre los muertos es el hecho más importante y mejor documentado de toda la historia. Nos da la seguridad de que, porque Él volvió a la vida, nosotros también viviremos. ¿Llamas a Jesús tu Señor y Salvador?

Servicio especial de reflexión sobre las últimas siete palabras de Cristo en la cruz.

La vida frecuentemente es brusca, pero el dar y el recibir actos amables provee un descanso de las dificultades que todos se enfrentan. El cristiano tiene un interés especial en la amabilidad, porque que es un aspecto del fruto que el Espíritu Santo.

¿Cómo debemos responder a las situaciones frustrantes de la vida? En medio de éstas y aun por medio de ellas, el Espíritu Santo quiere producir en nosotros su delicioso fruto, un aspecto esencial: la paciencia.

Aunque no podemos crear paz mundial, sí podemos disfrutar de paz en nuestras vidas e irradiarla en nuestros círculos. De hecho, es el propósito expreso del Espíritu Santo para nuestras vidas.

La alegría: todos queremos tenerla y retenerla, pero ¿por qué muchas veces se nos escapa? Muchas veces nuestra alegría es pasajera, ilusoria, o parcial. ¿Por qué? Hoy contemplamos otro aspecto del fruto del Espíritu: la alegría. A través de esta porción del “Discurso de despedida” de Jesús, nos maravillaremos a tres aspectos del gozo verdadero que el Espíritu Santo puede producir en nosotros.

Hay un tipo de fruto en la vida del cristiano que es irresistible, ya que no es un logro humano, sino un producto del Espíritu Santo en nuestras vidas. El más grande de todos: el amor.

En este salmo encontramos reflexiones sobre dos características de Dios. Sin embargo, el salmista reflexionaba sobre estos atributos en una forma muy personal. Dios me conoce completamente y está conmigo en donde vaya yo. ¿Es buena noticia o aterrador?

En el Antiguo Testamento, el Shalom es un estado de comunión, bienestar, unidad, armonía. Sin embargo, hay un pueblo que debe se caracterizado por la presencia constante de Shalom: el pueblo de Dios. El salmista medita sobre la belleza de la unidad de los creyentes.

De todas las leyes que rigen tu vida, ¿cuál es tu favorita? Esta pregunta nos suena rara porque muchas de las leyes en nuestras vidas nos complican la vida, y no parecen ser pensadas para nuestro bien. Sin embargo, el Salmo 119 alaba la ley. El salmista sabe que la ley de Dios realmente es para nuestro bienestar. Ahora, en Cristo, toda la ley ha sido cumplida, y esto nos libera amar la ley (y el dador de la ley) aún más.

El salmo 110 es uno de los salmos más claramente mesiánicos. De hecho, es la porción del Antiguo Testamento más citado en el Nuevo Testamento.

El Salmo 103 nos insta a recordar, nombrar y no olvidar las muchas bendiciones de Dios en el pasado, ahora y para el futuro.

Las circunstancias que a cada uno nos toca vivir, no siempre son las mejores, ni las más fáciles, ni las más deseables, sin embargo, el Señor promete su presencia en medio de todo ello. Dicho de otra manera, la fragilidad de la vida con Dios, es infinitamente mejor.

Es fácil envidiar a los malvados prósperos y aún ser tentados a seguir sus atajos al éxito. En el salmo 73, el poeta luchó con la envidia, pero al final logró el contentamiento al tomar en cuenta un hecho importante que había olvidado.